El síndrome del quemado, también conocido como burnout, es un estado de agotamiento físico, emocional y mental que aparece como respuesta a un estrés laboral prolongado. No es simplemente “estar cansado”; es un desgaste profundo que afecta la motivación, la salud y el desempeño diario.
Se caracteriza por tres componentes principales:
Cansancio extremo: La persona siente que no puede más, que ya no tiene energía para continuar con sus actividades habituales.
Despersonalización o distanciamiento emocional: Surge una actitud fría, cínica o indiferente hacia el trabajo, los compañeros o incluso hacia uno mismo.
Baja realización personal: Se produce una sensación de ineficacia, baja autoestima y percepción de fracaso.
El burnout suele aparecer en entornos laborales muy demandantes, con jornadas extensas, presión constante o poca valoración. Profesiones como la salud, la docencia y los servicios sociales son especialmente vulnerables, aunque puede afectar a cualquier trabajador.
Sus consecuencias pueden ir desde problemas de sueño, irritabilidad y dificultades de concentración, hasta ansiedad, depresión y enfermedades físicas relacionadas con el estrés.
La buena noticia es que puede prevenirse y tratarse. Algunas claves: establecer límites, descansar adecuadamente, distribuir mejor las cargas de trabajo, pedir apoyo y fomentar ambientes laborales más saludables.
En resumen, el síndrome del quemado es una señal seria de que necesitamos frenar, reorganizar y cuidar nuestra salud mental antes de que el cuerpo lo haga por nosotros.
En nuestra mesa de actualidad tratamos este tema con nuestros colaboradores.
