Atrás ha quedado esa relación de la soltería asociada al fracaso: La mujer soltera es fea o de mala conducta, o el hombre soltero tiene mal carácter. Hoy encontramos solteros o “singles” sin mayores problemas que deciden no casarse, y no se sienten infelices por ello.
El respeto a la condición particular de cada uno nos permite apreciar las diferencias, y los solteros han comenzado a abundar como una nueva forma de vivir que se asocia con la idea de libertad, de independencia y de gente demandante que no se conforma con parejas aburridas o de poca calidad.