Más de 100 millones de niños se ven afectados por la creciente industria del turismo sexual. El crimen organizado se aprovecha de la pobreza familiar para usar a los niños como un negocio, del que son cómplices hombres que buscan un placer pasajero.
Hoy día se calcula que el turismo sexual es la tercera industria ilegal más grande, movilizando 500 mil millones de dólares anuales, especialmente en el tercer mundo; pero los demandantes son habitantes del primer mundo que se excusan de consumirlo pensando que ayudan a chicas pobres, cuando en realidad se convierten en sus depredadores.