La Biblia nos advierte que aunque vemos el rostro, no sabemos lo que hay en el corazón, y sabemos que desde la antigüedad el ser humano, por temor o protección, esconde lo que verdaderamente siente o piensa.
El uso de máscaras o el ocultar lo que en verdad somos nos protege de aquellos que tienen el poder de juzgarnos y dañarnos. Pero cuando nos ocultamos, cuando no mostramos lo que realmente somos. ¿A quién realmente estamos engañando?
Ir a descargar