Guiados por la estrella, los reyes magos llegaban en camello desde los rincones más lejanos de oriente. Su destino era un pesebre, situado a las afueras de Belén. Allí se encontraba un niño, nada menos que el mismo Hijo de Dios.
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Guiados por la estrella, los reyes magos llegaban en camello desde los rincones más lejanos de oriente. Su destino era un pesebre, situado a las afueras de Belén. Allí se encontraba un niño, nada menos que el mismo Hijo de Dios.