El cuerpo humano está formado por diversos órganos que cumplen funciones repartidas y complementarias. El corazón bombea la sangre; los riñones procesan los líquidos; los pulmones se encargan del aire; y así podríamos seguir, indicando qué hace cada uno de nuestros “componentes”.
A veces usamos términos mecánicos para referirnos a esas “piezas” que integran nuestro organismo; pero cuando alguna falla, el reemplazo no se consigue tan fácilmente. Aunque la tecnología hoy permite que podamos utilizar elementos fabricados, hay órganos que solamente se pueden sustituir por otros semejantes. Entra en juego el trasplante de órganos.
El trasplante puede llevarse a cabo tanto utilizando órganos de personas vivas, como aquellos que donan un riñón o parte del hígado, como también de fallecidos, como podría ser el corazón. Muchas personas son salvadas gracias a la actitud altruista de aquellos que se disponen a donar un órgano, que se puede reutilizar mediante los grandes avances médicos.
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